lunes, 7 de octubre de 2013

Cardenas (cont)

 Ya había escrito sobre esos hermanos de mi abuela Juana que prefirieron darse "un chance" a vivir y que, a mis ojos, vivieron más felices y en armonía con el mundo.  Cuando la vida les daba limones, hacían limonada, y si les daba la espalda, les tocaban el culo.  Estos tíos-abuelos me vinieron por la parte materna y me empeñé en no perderlos de mi vida: no es bueno perder gente que te quiere bien; ya la muerte te los arrancará y no debemos facilitarle el trabajo a la siniestra dama de la guadaña.  Los visité en cada oportunidád posible.  Ella se llamaba Luisa y era como un gatico - suave, liviana, limpia y silenciosa; nunca ocupaba espacio y quiso mucho a los hijos de su hermana, mi mamá entre ellos. Su vida no pudo haber sido un manto de rosas y algodón.  La soledad y el henequén tienen espinas bravas, pero hasta mí no llegaron esas heridas.  No la recuerdo llorando; aún la veo riéndose. 
Mito Cuéllar pudo haber habitado cualquier época y cualquier pueblo, ciudad o país, ya que es un personaje imposible de enmarcar.  Defectos, todos...  Virtudes, todas también.  Henequenero, agitador, sindicalero, político liberal, comunista, jovial, intenso, ávido seguidor de noticieros, servidor público, bebedor, bebedor, bebedor, abstemio... bebedor.  Siempre me complacia escucharlo.  Daba ángulos diferentes.  A raíz de la primera guerra del Golfo y sentados en taburetes a la puerta de su casa, me dijo. "Los americanos tienen que tener cuidado con ´El Moro´, esos moros saben más de guerra que nadie".  El Moro era Saddan Hussein y para él todos los moros eran los descendientes de aquellos ejércitos árabes que llevan peleando en esta tierra por demasiado tiempo.  Caminar con él era aún mejor y entretenido, no se salía de un perimetro determinado.  Mientras andaba, de cada casa salía alguien, niño, mujer, hombre o perro a saludarle.  "Ahi va Mito Cuéllar!".  Yo vi cocheros levantar el látigo a manera de saludo. 
A Mito una vez lo arrolló un coche y fue el caballo el que terminó mal herido!  Yo sé que Mito no fue bueno a tiempo completo y sé que hizo sufrir a más de uno en esta tierra, pero a mis ojos llegó así como lo recuerdo y lo pinto, y así lo prefiero.  Otros con diferente prisma tienen el derecho a escribir, hagan, pues, lo suyo.
  Una sonrisa era la antesala del tio Berto,sus dientes y sus ojos semicerrados (estilo Gonzalez Cuellar) antecedian a su cuerpo compacto y agil.Su cariñosidad suave contrastaba con lo recio de su anatomia,familiar y dadivoso.Tambien henequenero y tambien bebedor,pero tenia a Ada y eso lo salvaba del barranco.En su casa- esquina de 16 y Campiña pasé buenos ratos.
 Corrian los 80´s y mis abuelos paternos decidieron que ya  era moménto  de conocér a Miguel Angel González padre,ese abuelo que siempre estuvo ausente y cuyas referencias no resultaban muy atractivas como para abrazarlo y besarlo,hasta un día.
 Eloina creia acordarse de la dirección de la casa de este señor,pero Generoso, por andar más en la calle fué más certero en la ubicación.Mi abuela me llevó hasta la esquina y "nos vemos en la casa"-me dijo a manera de despedida.Caminé hasta la puerta señalada,toqué algo parecido a una aldaba y alguien abrió.Era una señora vestida poco menos que con  tela de sacos,ropa desgastada.Me presenté como un sargento bajo las ordenes del Tte Coronél Miguel Angel,yo,supuestamente en mision de trabajo pasaba por Cardenas y me interesaria por la salúd del padre de mi "jefe",a pedido de este.Ese mismo dia debia yo regresar a la Habana y mientras esperaba el transporte podriamos el señór y yo entablar una conversación.
 Su pelo aún con grandes negro oscuros(rondaba los setenta),su frente alta y blanca y sus ojos sin lúz,asi era aquél hombre sentado frente a mi,en las manos una agujas de tejer que me causaron cierto pavór,un enjambre de hilo sobre su pantalon raido,la señora que me abrió y presentó desapareció a otra habitación,dejando vér unas paredes envejecidas.Vi tambien un piso feo,yo vengo de casa de mis abuelos donde todo era lindo y diáfano,esto que estaba viendo ahóra no me era grato.
  La conversación se inició con su hijo Miguél y la vida militar en generál.Esta es una histoia que hé contado varias veces,sé que há pasado el tiempo y escribo todo esto a pura memoria,pero por sér una historia única,la hé sabido guardar casi intácta.Es imposible no agregar o amputar pasajes o actos y espero contarla con la mayór presición posible.
 Eruptaba gemas cuando hablaba de su hijo (y mi jefe) Miguél,todo el cuidado que este le habia prodigado y de las visitas que le hacia.Entónces "crei recordar" que el tenia otros hijos en la Habana...
___Si,tengo trés hijas más,asintió.
 Por alguna razón yo me centré en Miriam,ni de Flora ni de Hildelisa sabria mucho este hombre,estas habian cambiado de domcilio y de vida,sin embargo,la casa de Paradero aún estaba allí y en ella,Juana y Miriam y hasta esa casa me cuentan que se apareció cuando yo era niño con un saco de comida!!!..claro que debe recordar esa casa!..se quedó en la escalera y desde allí me saludó,créo.
 ___Ah si!-dije yo como recordando- yo hé estado en esa casa de Ayestarán(jamás paradero) y allí hé conocido a una hermana de Miguél (mi jefe coño!) creo que se llama...
 ___Esa es Miriam-dijo él.
 Y continuó.."tengo una que se llama Hilda y la otra es Flora,ya los hijos de Hilda deben estar grandes"
 Mientras decia esto ultimo y aprobechando su invidencia,lo miré,lo miré como quien mira algo que no se entiende y yo queria entender lo que miraba.Todas las historias amargas vinieron a mi de sopetón...Como era posible que aquél hombre tan indefenso entónces,hubiera sido capáz de causar tanto tormento?..pero ya era tarde para enmendar,ahóra se imponia asimilar.
 Yo no sé,nunca lo recordé,que tiempo estuve en esa casa,una hóra,trés,no sé.Tampoco recuerdo el tiempo transcurrido entre el inicio de la conversación y su moménto critico.Tampoco recuerdo si se me ofreció algo de bebér,me refiero a café o agua.Entónces me crei dispuesto,no sin antes asegurarme de la posición de las dichosas agujas de tejer en caso de reacción adversa.
  ___Abuelo,yo soy el hijo de Hilda,yo soy Reinaldito.
 Si yo fuera Dostoyevsky o Balzac,supiera describir lo que vino,pero no soy nada de eso y no puedo más que escribir.
  Me tocó mucho las manos,se puso(nos pusimos) muy nerviosos,gritó "Cajla"..(la señora se llamaba Carla).."este es Reinaldito el hijo de Hilda!..ella vino corriendo y enseguida hizo saber que "algo familiar habia visto en mi".."esa cara la conocia yo"..."la misma cara de esa gente".
En cuanto al hombre,su sillón se pegó más al mio y al estilo de los ciegos,buscó "verme"  con  sus manos.Ya que estabamos en familia,hablamos del resto de la familia.
 Me habló de remordimientos, malentendidos y malafé.No lo recuerdo hablar de arrepentimiento y tal véz pronunció la palabra perdón pero no estoy seguro.
 Salí de allí sin tormento alguno,repasando e imaginando a la gente cuando oyera la historia.Pasó el tiempo y dejó de sér importante,ese abuelo murió y no me dolió nada en el cuerpo.Pero no olvido aquella tarde ni sus agujas de tejér.
 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Esperando el proximo!
Alejandro

Chantal Plata dijo...

No voy por orden así que me he quedado un poco en ascuas pensando si en algún otro post está la historia de este abuelo del que tan poco y mal escuchamos. Bueno, muy bueno, Piru, un placer leerte.